El
día 2 de octubre de 2105 una noticia se hizo mundial en solo unos minutos: El
volcán conocido como Volcán de Colima, ubicado en Jalisco, México, hizo
erupción de una manera tan violenta que destruyó a los 5 municipios aledaños a
él (Cómala, Cuauhtémoc, Tuxpan, Zapotitlan y Tonila) y causando un terremoto
tan devastador cuyos efectos se sintieron hasta la ciudad de México y dañando
seriamente la ciudad de Guadalajara, capital del estado de Jalisco. Sin
embargo, esto no fue ni por mucho la noticia más relevante. Según testigos, al
momento de que la erupción estaba en su punto más violento, del cráter del
volcán salió un ser con forma de humano pero que ciertamente no lo era, pues
sus extremidades eran lo que parecía un conjunto de animales lo que hizo que
muchos entraran en pánico. Las autoridades de México negaron dicho avistamiento
y declararon zona de emergencia todo el occidente del país hasta poder
controlar la situación que se les salió de las manos pidiendo ayuda incluso a
China, Rusia y Japón, que si bien, se la brindaron, solo fue para poder
establecer debilidades dentro de las fuerzas armadas mexicanas y poder atacar
cuando les fuera más conveniente.
Durante
los meses siguientes no se habló de nada más en el mundo que de la situación
crítica de México que había paralizado el turismo y por lo tanto, el país
comenzaba a perder bastante dinero. Sin embargo, esta noticia fue desplazada el
día 2 de enero de 2106, pues se dio a conocer un par de vídeos donde se
mostraba la criatura antes mencionada durante la erupción. Tenía cuerpo de
humano pero su cabeza era de águila (siempre guardando facciones humanas),
torso de felino, patas de caballo. Su cuerpo manchado como jaguar siendo
protegido por escamas y con un par de alas enormes iguales a las de un dragón,
tan rojas como la sangre. Se pensó que era un montaje sin embargo alrededor del
mundo se empezaron a dar casos donde esta criatura aparecía, dándole más fama
de la necesaria. No había atacado a nadie, pero la gente la consideró peligrosa
por su pura apariencia entrando en dilemas y conflictos morales de si debía ser
cazada o no, ya que según el testimonio de más de un cazador que le disparó,
sus escamas le impedían ser herido ni por el rifle de francotirador de mayor
calibre. Aunque muchos le siguieron, nadie pudo nunca seguirle hasta donde
llegaba a reposar lo cual para muchos era un misterio y lo sería por bastante
tiempo.
El 15 de enero, una noticia desplazó en
importancia mundial a las dos anteriores de las que ya tanto se había hablado;
los países del recién formado imperio se declararon guerra mutuamente para
decidir quién sería el Emperador de emperadores. Esto sacudió a todo el mundo
ya que solo demostraba que nunca estuvieron listos para tal decisión y probaba
una vez más que lo único que buscan los hombres es el poder. Se dividieron en
dos grupos de 10 cada uno los cuales se fueron fracturando también hasta
pequeñas células de poder para luchar dicha batalla. Si bien, se acordó que no
habría armas nucleares ni de energía negativa, muchos votaron porque no se
usaran armas de fuego más que un puñado de estrictas armas reglamentarias que
no tuvieran precisión exacta después de los 50 metros. Si bien, se empezó un
reglamento que fue bien votado por todos que se llamó Código de honor, ética y valores durante Guerra De Imperios. En
este documento se habló de cómo deberían ser peleadas las batallas, que trato
recibirían los prisioneros de guerra y cuáles eran las armas de fuego
permitidas. Se indicó que solo se permitiría una pistola no mayor a un calibre
.9mm con un cargador. El uso de morteros sería permitido al igual que el de
lanzacohetes limitando a solo 10 municiones por escuadrón, pelotón o división
que los llevaran. También se indicó que al ser intereses meramente de poder por
parte del emperador, ellos estaban obligados a ir frente al ejército principal
y a participar en batallas junto a los generales, tenientes, comandantes,
capitanes y todo hombre con o sin rango jerárquico. Estas contiendas serían
peleadas cuerpo a cuerpo permitiendo todo tipo de arma. Se indicó que a un
prisionero no le podría negar la comida, descanso y agua. Que deberían tratar
dignamente al enemigo derrotado y que siempre mantendrían una actitud de valor
y caballerosidad ante el enemigo derrotado. Si bien, fue aceptado, muchos
consideraron que solo querían obligarles a humillarse en la guerra y que no
había motivo real para que tuvieran que guardar la tecnología militar y bélica
desarrollada a lo largo del tiempo.
Un
grupo de 20 personas se avistaron en la noche del 16 de enero en la zona
arqueológica de Teotihuacán haciendo algo parecido a un acto religioso o de
culto, pues estaban puestos en círculo, con libros en la mano y velas alrededor
de ellos. Muchas personas llamadas por la curiosidad avistaban tal evento el cual
poco a poco fue aumentando de intensidad hasta que uno por uno dejó su libro en
el centro del círculo sobre uno ya puesto ahí. Al ser colocado el último,
cuando la persona regresó a su lugar, las llamas de las velas se elevaron a un
par de metros, siendo lenguas de fuego tan grandes que iluminaron todo, pero no
murieron como suele suceder. Se unieron punta con punta haciendo una llama
gigantesca, la cual creció tanto hasta que alcanzó los 10 metros de altura. Tan
grande y desproporcional que la gente que la creó empezó a temer que pudiera
salirse de control, pero en vez de eso, la llama cayó en picada al suelo, al
libro el cual no se quemó, solo rebotó la llama convertida ahora en una bola de
fuego hacía el cielo donde explotó dejando una nube de luz tan grande que
encandiló a todos por un momento, y al recuperar la visión vieron bajar como
una especie de dios a la criatura que había sido avistada anteriormente.
—Ustedes me han llamado, me han despertado una vez más, ¿para qué?—Preguntó Mondongoth con su voz que hacía estremecer la piel y las rocas pero dormía a los bebés y calmaba los vientos del mayor huracán.
—Hemos venido.
—A pedirte
—Ayuda, oh Señor Mondongoth
—Nuestra especie
—Se encuentra amenazada una vez más
—Y solo usted
—Poderoso guardián
—Puede ayudarnos a tener esta catástrofe.
—Os lo pedimos como un favor
—De hijos a padre
—Y de súbditos a sumo monarca
—Monarca real de esta tierra descuidada
—De este planeta sin dueño
—A quien pertenece nuestra vida y existencia
—Al magnífico Mondongoth
—Guardián de ciudades, países, planetas y galaxias.
—Os lo pedimos e imploramos
—Ayudarnos con esto
—Y damos nuestra palabra de que te volveremos a dormir
—Sin abusar del poder, aun si no quieres hacerlo.
— ¡Así será gran Señor, os lo juramos! —Dijo uno tras otro hasta terminar todos juntos. Mondongoth se quedó con los ojos abiertos un momento hasta que las palabras volvieron a brotar de entre sus labios.
— ¿Quieren que los ayude? ¿Para qué? Es exactamente con lo que ayudé a sus abuelos hace ya tantos años de ustedes y apenas un pestañeo para mí. Los humanos son de lo más simpático, tropiezan y tropiezan donde mismo haciendo sentir culpable al lugar y no a la persona.
—Señor Mondongoth, debe entender; si no nos ayuda la tierra y su gente será acabada. Lo peor es que esta vez ya no son por cuestiones religiosas si no de política y poder militar.
—Eso lo sé, pequeño humano, sin embargo lo que no entiendo es que harán una vez que los ayude. ¿Dormirme para despertarme un milenio después suplicando ayuda nuevamente? La vida es un ciclo, pero eso no significa que ustedes no puedan cambiarlo.
—Le prometemos mantener el orden tanto como nos sea posible una vez que usted regrese a su sueño solo ayúdenos a mantener la paz y el equilibrio, que nuestra especie no derrame sangre innecesariamente.
—Los ayudaré, es mi deber, sin embargo ustedes deben cumplir a su palabra y dejarme dormir nuevamente, ser fieles y no querer controlarme una vez acabe esto.
—Tiene nuestra palabra, señor. —Dijeron todos y Mondongoth los vio con un gesto neutral y extendió las alas para emprender el vuelo, subiendo tan alto y rápido que rápidamente se perdió de vista. La gente se quedó ahí, sin saber qué hacer. Días oscuros se avecinaban, y ellos, y todos, lo sabían.
—Ustedes me han llamado, me han despertado una vez más, ¿para qué?—Preguntó Mondongoth con su voz que hacía estremecer la piel y las rocas pero dormía a los bebés y calmaba los vientos del mayor huracán.
—Hemos venido.
—A pedirte
—Ayuda, oh Señor Mondongoth
—Nuestra especie
—Se encuentra amenazada una vez más
—Y solo usted
—Poderoso guardián
—Puede ayudarnos a tener esta catástrofe.
—Os lo pedimos como un favor
—De hijos a padre
—Y de súbditos a sumo monarca
—Monarca real de esta tierra descuidada
—De este planeta sin dueño
—A quien pertenece nuestra vida y existencia
—Al magnífico Mondongoth
—Guardián de ciudades, países, planetas y galaxias.
—Os lo pedimos e imploramos
—Ayudarnos con esto
—Y damos nuestra palabra de que te volveremos a dormir
—Sin abusar del poder, aun si no quieres hacerlo.
— ¡Así será gran Señor, os lo juramos! —Dijo uno tras otro hasta terminar todos juntos. Mondongoth se quedó con los ojos abiertos un momento hasta que las palabras volvieron a brotar de entre sus labios.
— ¿Quieren que los ayude? ¿Para qué? Es exactamente con lo que ayudé a sus abuelos hace ya tantos años de ustedes y apenas un pestañeo para mí. Los humanos son de lo más simpático, tropiezan y tropiezan donde mismo haciendo sentir culpable al lugar y no a la persona.
—Señor Mondongoth, debe entender; si no nos ayuda la tierra y su gente será acabada. Lo peor es que esta vez ya no son por cuestiones religiosas si no de política y poder militar.
—Eso lo sé, pequeño humano, sin embargo lo que no entiendo es que harán una vez que los ayude. ¿Dormirme para despertarme un milenio después suplicando ayuda nuevamente? La vida es un ciclo, pero eso no significa que ustedes no puedan cambiarlo.
—Le prometemos mantener el orden tanto como nos sea posible una vez que usted regrese a su sueño solo ayúdenos a mantener la paz y el equilibrio, que nuestra especie no derrame sangre innecesariamente.
—Los ayudaré, es mi deber, sin embargo ustedes deben cumplir a su palabra y dejarme dormir nuevamente, ser fieles y no querer controlarme una vez acabe esto.
—Tiene nuestra palabra, señor. —Dijeron todos y Mondongoth los vio con un gesto neutral y extendió las alas para emprender el vuelo, subiendo tan alto y rápido que rápidamente se perdió de vista. La gente se quedó ahí, sin saber qué hacer. Días oscuros se avecinaban, y ellos, y todos, lo sabían.